LA HISTORIA DE LA MUSA QUE, AL FINAL, RESULTÓ NO SER TAL

 

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No quiso el hado que la viera, sino de lejos,

si acaso en una luna su traslúcido reflejo

como de mi propio deseo el negro espejo,

cincelado en la sombra de mi entrecejo.

Un segundo la vi, tan sólo un segundo,

y en seguida sentí todo el amor del mundo

que manaba como lava de lo profundo,

poderoso metal que en mi fragua fundo.

Era su figura reflejada sensual y hermosa,

una sombra etérea como una soñada rosa,

medio de lado, sólo su silueta poderosa

logré atisbar, más como verso que como prosa.

Sé que no era real, que ella no existía,

que sin duda alguna inventádomela había,

que de raciocinio su existencia carecía,

mas aún así, juré que habría de ser mía.

Perseguila infructuoso por multiples eones,

cantele desesperado todos mis mejores sones,

más ella negose a ofrendarme sus dulces dones.

Sin duda acabó de mí… ¡hasta los putos cojones!

pues espetome a la cara un día: tío, no seas plasta,

no eres Rubén Darío, así que de ésto, ya basta,

no me agobies con tanto poemita entusiasta.

Si me deseas, dilo claro, que yo soy de otra pasta.

Y resultó mi musa al final ser una mujer muy real,

una sexy y cachonda y siempre dispuesta mujer fatal

que me enseñó aquel feliz día una lección capital:

a veces ser sencillo y directo en la vida es fundamental.

5 comentarios en “LA HISTORIA DE LA MUSA QUE, AL FINAL, RESULTÓ NO SER TAL

    1. Amiga Ana: hay que saber a quién le hablas
      y de qué manera, para no quedar en tablas.
      Cada persona tiene su particular lenguaje,
      y es conveniente saber hacer un viraje
      a tiempo, si es preciso de ciento ochenta grados,
      para saber traspasar su muralla por el otro lado,
      pues de qué estamos buscando todo dependerá
      si se algo banal, o carnal, o algo serio y formal,
      si buscamos una eternidad, o bien una sola noche
      que comparta a nuestro lado con todo derroche.
      Yo creo que al protagonista de esta historia
      le quedó la lección bien grabada en la memoria.

      Muchos besos, amiga.
      Gracias por leer, y por comentar con tanta imaginación.

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  1. Alfredo, sinceramente creo que un poco de romanticismo es bueno, pero ser claro en otras es mucho mejor.
    Ahora en lo que tus letras reflejan, pues es extraordinario, pues con tanta dulzura y embelesamiento al principio, jamás imaginaría el cambio de las palabras hacia lo concreto. Muy bueno, hasta reír me has hecho.
    Saludos!
    Feliz noche.

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